Hay gente que tiene poca dificultad a la hora de perdonar a la gente que le hiere, falla o hace daño. Sin embargo, de esas mismas personas hay muchas que son implacables contra ellas mismas. Pueden perdonar hasta a su peor enemigo, pero a la hora de perdonarse a ellos mismos, no son capaces; son su peor verdugo o su peor juez.
¿Qué es el perdón?
» El perdón no es hacia el otro. Es para con nosotros que debemos sanar lo que dejamos que nos hiera.»
Carola Castillo
La palabra perdón proviene del latín: per-donare, que significa “regalar totalmente”.
Su significado es tal y como debería ser el perdón, es regalar a la otra persona o a uno mismo la oportunidad de deshacer todo el daño que ha hecho.
Perdonar se convierte así en un acto generoso, que permite al otro poder equivocarse, y abrir una puerta a la reconciliación.
Es un acto puramente curativo, que nos ayuda a aceptar nuestras heridas, saber que nos daña, y cómo podemos actuar para hacer frente a ese dolor.
Antes de que sigas leyendo este artículo me gustaría lanzarte algunas preguntas acerca del perdón y perdonar. Ahí van:
¿Cuándo fue la última vez que alguien te pidió perdón cuando te hizo daño?
¿Cuándo fue la última vez que pediste o te pediste perdón?
¿Cuándo fue la última vez que perdonaste?
¿Cuándo fue la última vez que te perdonaron o te perdonaste?
Quizás no somos conscientes de la inmensa necesidad que tenemos de perdonar y pedir perdón. Haz la prueba. Quédate en silencio, respira, y di en tu interior: ¡perdón!
¿Qué has sentido?, el perdón es una palabra con tanto sentido que es capaz de aliviar nuestra alma del mal que nos hizo otras personas o nos hicimos nosotros mismos.
«El débil nunca puede perdonar. Perdonar es el atributo del fuerte.»
Mahatma Gandhi
Para perdonar, primero tienes que perdonarte a ti mismo
Perdonarse a uno mismo no es una tarea sencilla: requiere humildad, paciencia, una compasión profunda y sentir amor incondicional hacia nuestro ser.
A menudo somos demasiado críticos con nosotros mismos y no podemos perdonar errores del pasado porque no tenemos el suficiente autoestima o amor propio.
Sin embargo, es esencial que aprendamos a llevarlo a la práctica si realmente queremos estar en paz con nosotros y con los demás.
“El perdón es un regalo que te das a ti mismo”
Suzanne Somers
Perdonarse a uno mismo es algo fundamental para disfrutar de buena salud mental y paz interior.
Es uno de los mejores regalos que nos podemos hacer, puesto que es fuente de estabilidad emocional, aunque, claro, no es tarea sencilla.
La mayoría de las personas hemos cometido errores a lo largo de nuestra vida, pues eso forma parte de la experiencia vital.
Desearíamos haber actuado de forma diferente y pensamos que si tuviésemos una nueva oportunidad, procederíamos de otro modo.
No saber poner límites en el trabajo o en una relación, ser excesivamente sumisos o agresivos, actuar de forma egoísta o hacer algo que perjudique a otras personas, son ejemplos de situaciones que pueden llevarnos a sentir un gran malestar en forma de culpa o de resentimiento hacia nosotros mismos.
Hay que saber dejar ir el pasado cuando este se convierte en una carga que nos impide avanzar, mejorar y ser felices.
Si bien es verdad que podemos utilizar las equivocaciones como un aprendizaje, muchas personas no se perdonan por los errores del pasado y no avanzan.
Perdonar es un acto muy importante porque nos libera.
Demuéstrate a ti mismo que tienes la capacidad de cambiar y de mejorar.
Tal vez los recuerdos son muy dolorosos pero debes saber que aunque las consecuencias hayan sido malas tienes tiempo para redimirte y solucionar la situación.
Al perdonarnos y perdonar nos sentimos aliviados.
No tenemos porqué llevar tan pesada carga en nuestras espaldas.
Al perdonar, dejamos toda la basura que alguien o nosotros mismos depositó en nosotros a un lado, siguiendo nuestro camino.
El perdón es necesario.
¿Qué significa perdonarse a uno mismo?
Perdonarse a uno mismo no significa justificar una conducta inadecuada ni tampoco dejar de sentir remordimientos.
Quiere decir que tenemos que reconocer las emociones negativas que ello nos genera y, aun así, decidir que pierdan fuerza en nuestro presente.
Perdonar es un proceso progresivo,no sucede de golpe, especialmente si el acto a perdonarnos es complejo.
Habrá personas a las que les lleve años sanar completamente sus heridas, y en cambio a otras les resultará más sencillo.
¿Cómo perdonarse a uno mismo?
Saber que hiciste lo mejor que pudiste.
Muchas veces analizamos nuestras decisiones pasadas desde el prisma de la persona que somos hoy en día.
Con lo que hoy sabemos, nuestros pasados actos pueden parecernos descabellados y errados. Así nos flagelamos por no haber escogido mejor nuestras palabras y comportamientos, y nos culpamos sin cesar.
Sin embargo, olvidamos que en ese momento no contábamos con el mismo conocimiento que ahora. Seguramente nos faltaba madurez y experiencia, y actuamos lo mejor que pudimos en base a aquellas circunstancias.
Hiciste lo mejor que pudiste en función del nivel de conciencia que tenías entonces. Lo que ocurrió, tuvo que ocurrir. No pudiste hacerlo de otra forma porque no sabías.
Si hoy opinas diferente, agradece que pudiste realizar el aprendizaje y sé compasivo con tu yo del pasado.
Él no lo sabía. Quizá en ese momento sus prioridades eran diferentes, sus miedos más acuciantes y sus recursos más limitados. Hizo lo mejor que pudo, y lo único que podía hacer.
Amarnos a nosotros mismos de forma incondicional
Esto significa aceptarnos en nuestra totalidad, con nuestros dones y virtudes, pero también con nuestros defectos y errores. En esta última fase, amarse y perdonarse son básicamente lo mismo.
El perdón es liberador
En ocasiones nos cuesta perdonar porque sentimos que hacerlo implica justificar un comportamiento erróneo. Nos aferramos al rencor pensando que este constituye una especie de penitencia hacia quien obró mal.
Sin embargo, la única persona que sale herida es la que se niega a perdonar. Guardar rencor es como tomar veneno y esperar que el otro se muera.
Lo mismo ocurre cuando no nos perdonamos a nosotros mismos. Somos incapaces de hacerlo porque, tal vez, las consecuencias que generamos fueron dolorosas y desagradables.
Sin embargo, no podemos volver atrás en el tiempo y cambiar lo sucedido. Seguir reprochándonos solo nos llena el alma de amargura y nos impide continuar nuestro camino.
“No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final”.
C.S. Lewis
Pídete perdón por lo negativo que trajiste a tu vida con tus decisiones erróneas y trata de compensarte.
Por ejemplo, si aún te culpas por haber permitido que alguien te faltase al respeto. Discúlpate contigo mismo por no haber sabido defenderte mejor, y ofrécete ahora todo el amor propio que no pudiste entregarte en aquel entonces.
Libérate y sigue adelante.
Perdonar los errores del pasado puede ser un proceso que tome más o menos tiempo. Sin embargo, no es el tiempo total lo que más importa.
Al final, lo que realmente importa es que trabajemos (a nuestro ritmo, pero sin pausa) en dejar ir aquello que no nos ayuda a avanzar, crecer y estar bien con nosotros mismos.
«Vencer y perdonar, es vencer dos veces.»
Pedro Calderón de la Barca
Entonces, ¿qué tal si empiezo hoy a perdonarme?
Te invitamos a hacer este pequeño ejercicio. Busca un lugar tranquilo y ponte cómoda. Respira profundo tres veces y repite:
Me perdono por dejarme en último lugar infinidad de veces.
Me perdono por hacerme pedazos para completar a otros.
Me perdono por no tener tiempo para mi.
Me perdono por no hacerme caso y tropezar con el mismo obstáculo una y mil veces.
Me perdono por poner mi salud como un pendiente y no una prioridad.
Me perdono por haber hablado de mas y me perdono por haber callado.
Me perdono por confundir resignación con tolerancia.
Me perdono por no gastar en mi lo que no reparo en gastar en alguien más.
Me perdono por mentirme.
Me perdono por no verme al espejo mas seguido.
Me perdono por no ser más amable conmigo misma.
Me perdono por no tenerme paciencia ni tener constancia.
Me perdono por ser tan ruda cuando se trata de mi.
Me perdono no encajar en un molde.
Me perdono por no permitirme muchas cosas más.
Me perdono por no disfrutar de otras tantas.
Me perdono por saber descansar.
Me perdono por no valorar los momentos que valen la pena y darme cuenta muy tarde.
Y, si me perdono ampliamente y de verdad, con menos reproches y más amor, con menos crítica en momentos y más perdón, sin echarme en cara después mis errores, sin pensar en un problema toda la noche, si me perdono, me acepto, me acomodo las piezas y me reseteo la memoria y el corazón para perdonarme y empezar de nuevo pero, más amorosa, más amable con el mundo, pero sobretodo conmigo misma.
Si te ha gustado este video y texto te pedimos que lo compartas y lo difundas.
Para contactar a Ruth Vilches lo puedes hacer aquí
0 comentarios