Me gustan las manos y me gustan aún más cuando trabajan en grupo de mujeres.
Se palpa esa energía femenina. Una energía electrizante que se puede llegar a sentir cómo se están tejiendo esos hilos invisibles. El gran telar cósmico que teje el entremado es decir, los hilos de las vidas de todas las personas del mundo.
Cuando las manos de las mujeres trabajan, en lo que sea, la huerta, el tejido, la pintura, la cocina, …lo que sea, en el fondo una sabe que somos todas iguales.
Diferentes edades, distintas culturas, distintas personalidades.
Distintas tantas cosas, sin embargo, igual tenemos algo que nos une… somos mujeres.
Cada historia detrás de las manos de una mujer es también un pedacito de mi historia.
Mano fuerte va barriendo pone leña en el fogón
Mano firme cuando escribe una carta de amor
Manos que tejen haciendo nudos
Manos que rezan, manos que dan
Manos que piden algún futuro pa’ no morir en soledad (aya, aya)
Mano vieja que trabaja va enlazando algún telar
Mano esclava va aprendiendo a bailar su libertad
Manos que amazan curtiendo el hambre con lo que la tierra les da
Manos que abrazan a la esperanza de algun hijo que se va (aya, aya)
Manos de mujeres que han parido la verdad
Manos de colores aplaudiendo algún cantar
Mano fuerte va barriendo pone leña en el fogón
Mano firme cuando escribe una carta de amor
Manos que tiemblan manos que sudan
Manos de tierra maíz y sal
Manos que tocan dejando el alma
Manos de sangre de viento y mar
Manos que tiemblan manos que sudan
Manos de tierra maíz y sal
Manos que tocan dejando el alma
Manos de sangre de viento y mar (aya, aya)
Marta Gómez
Cuando las manos de mujeres se unen,
entre ellas surge
una comunicación que va más allá de las palabras.
Se entretejen historias.
Manos de mujeres
Las manos de las mujeres son poderosas.
Son sanadoras…
Todas estas manos, son como los retazos de mi manta.
Y se me viene otra vez a la cabeza el poema de Cora Coralina, poetiza carioca:
Estoy hecha de retazos.
Pedacitos coloridos de cada vida que pasa por la mía
y que voy cosiendo en el alma.
No siempre son bonitos,
ni siempre felices,
pero me agregan y me hacen ser quien soy.
En cada encuentro, en cada contacto,
voy quedando mayor…
En cada retazo una vida,
una lección, un cariño, una nostalgia…
Que me hacen más persona,
más humana, más completa.
Y pienso que es así como la vida se hace:
de pedazos de otras gentes que se van
convirtiendo en parte de la gente también.
Y la mejor parte es que nunca estaremos listos ni
finalizados…
Siempre habrá un retazo para añadir al alma.
Por lo tanto, gracias a cada uno de ustedes,
que forman parte de mi vida y que me permiten
engrandecer mi historia con los retazos dejados en mí.
Que yo también pueda dejar pedacitos de mí por
los caminos y que puedan ser parte de sus historias.
Y que así, de retazo en retazo podamos convertirnos, un día,
en un inmenso bordado de «nosotros».
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