“Lo que dices cambia de significado según dónde, cuándo y cómo lo dices.”
Alejandro Jodorowsky
El lenguaje es una característica del ser humano.
No solo nos permite comunicarnos con las otras personas, sino que además es la forma en la que nos comunicamos con nosotros mismos.
Cuando nos comunicamos con las otras personas, podemos influir en ellas mediante las palabras que utilizamos, ya que lo que decimos genera en los demás un estado interno que provocará una determinada reacción.
Y de la misma forma que influimos en los demás, influimos también en nosotros mismos, en nuestro estado interno.
Si somos conscientes de las palabras que nos decimos y de nuestro diálogo interno, podemos elegir si queremos “generarnos a nosotros mismos” un estado de bienestar o de malestar.
Por ejemplo, imagínate cómo te sientes si te dices: “no soy capaz de hacer esto” porque crees que no tienes recursos, porque no te han enseñado, no importa la razón…
Si tu diálogo interno está constantemente repitiendo esta frase puede convertirse en una creencia, en una creencia que te limitará para hacer aquello que quieres, simplemente porque no te crees capaz de ello.
Ahora cambia la frase y di: “puedo hacer esto” o bien: “hago esto”. ¿Cómo te sientes ahora?
El lenguaje genera realidades
«Una mujer no puede sentirse cómoda sin su propia aprobación»
Chica Ginesta
El lenguaje crea realidad y es acción.
Lo que una persona dice y hace puede establecer una diferencia no sólo para su actividad sino para su vida y la vida de los demás.
Como criaturas parlantes, todo lo que decimos y oímos nos afecta; las palabras que usamos tienen impacto en la capacidad de alterar de manera positiva o negativa nuestra forma de razonar.
Al negarlas, al limitarlas, al decirlas de un modo y no de otro, al expresarlas en un contexto o en otro, podemos abrir o cerrar posibilidades para nosotros mismos y para los demás, generar compromisos, coordinar acciones, despertar pasiones, potenciar talentos, etcétera.
¿Te has parado a pensar en cómo te hablas a ti misma?
A veces no somos conscientes de que nuestras palabras son un arma, que tienen el poder de destruir y destruirnos o de sanar, potenciar y construir.
Nuestro cerebro, a través de nuestra experiencia, va generando asociaciones de manera que, ante una palabra, nos viene a la mente la imagen con la que hemos aprendido que está relacionada.
Asimismo, cuando la pronunciamos, nuestro cerebro activa las emociones y pensamientos conectados a ella, por ejemplo, ¿qué se despierta en ti ante la palabra “playa”? ¿Y ante la palabra “basura” o “podrido”?…simplemente observa tu reacción natural.
¿Cómo te hablas a tí misma? ¿Qué es lo que te dices? Lo creas o no tu diálogo interno condiciona tu vida de forma muy significativa.
«La persona que no se valora a sí mismo, no puede valorar nada ni a nadie.»
Ayn Rand
Desgraciadamente en muchas ocasiones lo que nos decimos acerca de nosotras mismas o de lo que nos rodea, es negativo.
Esto influye en nuestras creencias acerca de nosotros mismos, de lo que nos rodea y nos lleva a estados emocionales negativos, pues un pensamiento negativo genera una emoción negativa.
La manera en la que nos tratamos a nosotros mismos, el cómo nos hablamos, puede llegar a ser una gran fuente de malestar emocional y convertirse en una auténtica barrera en nuestro día a día.
La conversación que mantenemos con nosotros mismos, esa vocecita interior, de la que nadie habla salvo que acudas a la consulta de un psicólogo (y tengas la suerte de que sea bueno), es la responsable de nuestra buena o mala salud mental y, a la postre, de nuestra felicidad.
De todos los elementos que componen esa conversación que mantenemos a solas, el más importante es el que se refiere a la autoimagen personal.
Ejemplos de expresiones en un diálogo interno negativo:
- Todo me sale mal. Soy una desgraciada.
- Nunca hago nada bien. Soy una inútil.
- No puedo hacer nada para salir de esta horrible situación. Soy víctima de mis circunstancias.
- A nadie le importan mis sentimientos.
- Nunca podré ser feliz.
- Todo me pasa a mí, soy la persona con menos suerte del mundo.
- No valgo para nada.
- ¿Cómo he podido hacerlo mal otra vez? Soy una estúpida.
- Odio mi cuerpo.
- Mi vida será siempre sufrir/ un asco/ una condena/ etc.
- Normal que nadie me quiera, no me soporto ni yo.
- Siempre igual, arruino todo lo que hago.
- No soy suficiente para ese cargo/ pareja / sueños/ etc.
- No sé para que lo intento, siempre fracaso.
- Soy vaga / fea/ desordenada / cualquier calificativo negativo.
- Siempre he sido un desastre / una imbécil / cualquier calificativo negativo.
- Nada de lo que haga servirá.
Estas expresiones negativas son un ejemplo de cómo en muchas ocasiones nos boicoteamos a nosotras mismas.
No es casualidad que la mayoría de personas que sufren estrés, ansiedad, depresión, baja autoestima, problemas de adicciones, etc. tengan un diálogo interno negativo.
Qué difícil nos resulta ser benevolentes con nosotros mismos, perdonarnos, aceptarnos, tratarnos con ternura.
Y qué distinta sería la vida si supiéramos hablarnos con respeto, si, en lugar de condenarnos, nos aceptáramos tal y como somos
Hay que creerse el cuento!
¿Crees que puedes volverte una persona segura, confiada y apreciarte como te mereces? ¡CLARO QUE SÍ!
¿Qué tal si intentamos modificar la manera en la que nos hablamos?
Alguno de los beneficios que podemos obtener de ello son:
- Mejorar muestra autoestima.
- Potenciar nuestras habilidades de reflexión: ante una situación adversa, respirar, aprender y descubrir cuál es el paso siguiente a dar para poder solucionarla.
- Mejorar nuestro rendimiento.
- Conectar con nuestras emociones y ayudarnos a gestionarlas.
- Ser más amables con nosotros mismos, lo cual nos ayuda a motivarnos, darnos energía y seguir adelante.
Tratémonos con más cariño, igual que hacíamos con ese niño que aprende a caminar.
Cuando hables contigo mismo, cuando te equivoques, te invito a reflexionar sobre si ese mensaje te ayuda a seguir, a pensar en cómo solucionar la situación o si, en cambio, te hace sentir mal y te bloquea.
Dicho de otra manera, intenta preguntarte: ¿este pensamiento que tengo me es útil o inútil en este momento?
Es por ello, que a partir de cambiar algunos hábitos en nuestra forma de expresarnos, hará que se creen en nuestro cerebro nuevas conexiones neuronales que nos acerquen a los objetivos y realidad deseada.
El lenguaje es una poderosa herramienta para dar espacio a la fuerza, a la actitud, al optimismo, y nos sirve para empoderarnos (hacernos crecer) a nosotros y a los demás, cuando lo empleamos como recurso en la comunicación.
En el mismo sentido, Carla Ilabaca agrega que “el Placer de Comunicar” está enfocado en que las personas encuentren, a través de la comunicación, su propia voz y la den a conocer al mundo con seguridad y empoderadas.
En definitiva, se trata de decirnos todos los días: “me quiero tal y como soy”, “soy suficiente y valiosa, aunque a veces falle”. Todos tenemos una niña interior ¡CUIDÉMOSLA!
«Si tienes la capacidad de amar, ámate a ti mismo primero.»
Charles Bukowski
Ahora, anota la hora y el día de hoy y recuerda: eres, sabes, tienes la capacidad y puedes conseguir todo lo que te propongas.
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